Christoph Jakob Ehrbar: “Hay que apuntar más a la calidad del vino que a la cantidad”
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En 2001, Donald Hess decidió refundar la bodega más antigua de la Argentina. Él, un suizo conocido mundialmente por ser un exitoso empresario del vino, ya tenía viñedos en Estados Unidos, Australia y Sudáfrica, pero quería instalarse también en América del Sur. Fue a Chile, pero lo encontró demasiado parecido a Suiza y sin una historia para contar, algo que sí descubrió de este otro lado de la cordillera. Luego de descartar Mendoza, se enamoró de los Valles Calchaquíes, en Salta, y le cambió la cara a Colomé, que había sido creada en 1831. Precedido por esa historia, Christoph Jakob Ehrbar, presidente y CEO de The Hess Group AG, Liebefeld-Bern, opina: “Hay que apuntar más a la calidad del vino que a producir en masa”.
Este ejecutivo suizo, designado por el propio Hess para llevar las riendas de su operación en esta parte del mundo, afirma que con el gobierno actual se siente más apoyado que con el anterior y que por eso su grupo decidió volver a invertir en el país, con un desembolso de $30 millones este año y el lanzamiento de un nuevo vino. “Se llamará Mi Colomé 1831 y estará elaborado con las uvas de los viñedos más antiguos”, cuenta.
-Existe un fenómeno a nivel mundial que es que la gente consume vinos locales. Es una sensación novedosa y muy buena, porque denota que es difícil encontrar un vino malo y que la industria está muy profesionalizada. Se va hacia un consumo de menos cantidad pero mayor calidad en vinos. El rango que se maneja es de unos US$25 por botella; la gente está dispuesta a pagar un poco más por lo que toma. Además, la generación millennial tiene pasión, está dispuesta a pagar un poco más y se interesa por cómo es su producción. Por eso, no hay que hacer cosas artificiales.
-¿Cómo está posicionado hoy en el mundo el vino argentino?
-La cultura argentina en general está bien vista en el mundo. En países europeos, como Suiza, por ejemplo, no va a costar vender un vino argentino, porque está muy bien visto y genera cierto parecido con España o Portugal, que están cerca. Por ahí, no comprarían un vino chileno, que está tan lejos como la Argentina, pero no tiene esta imagen afectiva que sí tienen los argentinos. Aquí los productores de vino están muy bien educados y entendieron que la idea es la frescura, sobre todo teniendo en cuenta que este mercado no fue sobreexplotado, como el de Chile y Australia. Tienen en claro que hoy hay que apuntar más a la calidad del vino que a producir en masa.
-Es que viene de un proceso inflacionario muy largo, que hizo que el país dejara de ser competitivo en ciertos segmentos de precios, como los de US$24. Eso llevó a hacer poco volumen, pero de mayor calidad. Igual, se sigue creciendo, con exportaciones de más de 20 millones de cajas (US$750 millones; hace tres años eran US$580 millones). Hoy, pocas bodegas pueden ser rentables exportando segmentos por debajo de los US$30.
-Más allá de eso, ¿qué ventajas y desventajas ve aquí?
-En desventajas, las restricciones en términos administrativos, las restricciones a la importación y la inflación. Particularmente, para Colomé es complicado estar en Salta y tener que transportar el vino a través de distancias muy grandes. En cuanto a ventajas, veo una buena estructura para exportar, con un producto bien visto a nivel mundial.
-¿Qué diferencias advierte entre el gobierno actual y el anterior?
-Como inversor activo en el mundo de los negocios, me siento más apoyado ahora y veo que las inversiones están más facilitadas. El Gobierno está tratando de ayudar para que la gente invierta acá y se creen nuevos empleos. Por eso, como grupo, decidimos volver a invertir en el país.
-¿Cuánto han invertido y cuánto van a invertir de ahora en más?
-En 2018, $30 millones. Se está invirtiendo en un centro de recreación en Cafayate, que da una nueva forma de experimentar nuestros vinos Amalaya. También invertimos en una máquina de selección óptica de racimos, en la reapertura de la estancia y en divulgar nuestra marca. Tenemos una historia de 20 años de inversiones en el país.
-¿Cómo ve la competencia con la cerveza aquí y en el mundo?
-Es una tendencia global, pero creo que todas las grandes cervecerías están sufriendo a su vez por las cervecerías artesanales que están surgiendo. Igual, en algún momento va a haber una depuración de esta gran cantidad de fabricantes de cerveza. Además, hay otra tendencia que le quita consumidores al vino, como el auge de las espirituosas. Ahora, dicho todo esto, remarco que el consumo del vino también está creciendo.
-¿Cómo se reparte su negocio?
-Un 40% de la producción se destina al mercado doméstico (que en valor representa 32%), el resto se exporta un 30% a Europa y un 30% a Estados Unidos. Lo que buscamos es dejar una huella en el mercado local, porque los nuestros son vinos destinados a restaurantes y pequeñas vinotecas. En Europa hay mucha competencia, por eso apuntamos a mercados específicos, como Inglaterra, Suiza, Alemania y Francia.
-¿Cuál es el volumen de producción de sus bodegas [además de Colomé tienen Amalaya]?
-Colomé, que está en Molinos, produce por año 600.000 botellas y Amalaya, que está en Cafayate, 1.400.000. Cuando Hess compra Colomé se encuentra con que una de las marcas era Amalaya. Como esa marca empezó a crecer mucho, decidió independizarla y ubicarla en otro lugar, que incluso está más cerca de Salta capital. Con todo eso, la facturación total del grupo, que emplea a 140 empleados en el país, es de $300 millones.
-¿La Argentina debe seguir apostando al malbec como nave insignia o tiene que exportar otros varietales?
-Hay que seguir invirtiendo en el malbec, porque, si bien tengo esperanzas en otras variedades, como el torrontés, afuera el malbec es el que más resuena en los compradores. Además, entramos en una etapa en la que hay que empezar a hablar de regiones y mostrar cómo el malbec se expresa distinto en cada zona vitivinícola. Por ejemplo, Salta sigue siendo el mejor lugar del país para invertir en vinos, porque las alturas que tiene son únicas.
-El grupo invierte en real estate en otros países. ¿Hay posibilidades de que también lo hagan acá?
-Sí, estamos interesados en invertir en bienes raíces en la Argentina. Pero acá los precios son bastante altos, por eso tenemos que tener cuidado y ver bien en qué vamos a invertir.
-¿Siguen con la producción de vinos biodinámicos en Colomé?
-Tuvimos problemas con las hormigas que se comían los viñedos. Tuvimos que renunciar a la certificación que teníamos y empezamos a poner veneno para combatir a las hormigas (aclaro que no se pulveriza el viñedo). Más allá de eso, seguimos con las prácticas biodinámicas. Tendríamos que volver a obtener una certificación, pero esta vez en orgánico, ya que la gente está dispuesta a pagar un poco más por productos que no incluyan químicos en su producción.
Fuente: La Nacion
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