AUTORIZACIÓN EXCLUSIVA: “EN SUS MANOS MI PATRIMONIO, POR FAVOR CUIDELO”
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AUTORIZACIÓN EXCLUSIVA
Para los romanos EL Patrimonio era: “la hacienda que alguien ha heredado de sus ancestros”.
“Pongo en sus manos mi patrimonio, por favor cuidemelo”.
Si esta fuera la frase con la que nos encontraríamos los brokers del mercado inmobiliario argentino en la primera entrevista con el cliente, antes de hablar de las características de la propiedad muchos conflictos se ahorrarían; primero nadie pondría en duda ni nosotros ni el cliente que se deben pagar honorarios profesionales por la labor que nos encomiendan, ni nadie, ni nosotros ni el cliente dejaríamos de firmar la autorización exclusiva para concretar la operación que vamos a encarar.
Simplemente habría que preguntarse como cliente: ¿Si tuviera dinero para invertir lo pondría en manos de cinco, ocho o diez sociedades de bolsa al mismo tiempo para que lo reinviertan, sin abrir ninguna cuenta ( exclusividad) y sin pagar derechos de mercado y bolsa o ninguna comisión por el trabajo que realicen?, seguramente NO.
¿Iría a practicarme una cirugía importante, con cualquier medico al que voy a conocer personalmente en la antesala del quirófano mientras me hace efecto la anestesia y que además no me cobre honorarios profesionales? sin dudas NO.
Entonces: porque voy a poner mi único patrimonio en manos de varios brokers inmobiliarios al mismo tiempo sin que nadie tenga exclusividad y además les voy a pedir que no me cobren nada por su labor.
La respuesta decanta sola, si mi Patrimonio es una de las cosas más importantes de mi vida, junto con mi salud y mis afectos, no voy a dejarlo en manos de cualquiera, elegiré el mejor, el que se ocupe con exclusividad y que cobre sus honorarios profesionales, a los demás los descarto de antemano.
Aprendimos que el mercado inmobiliario no es un intercambio de cosas, dinero por propiedades, sino esencialmente una actividad de relaciones humanas. Por lo tanto cuanto más afianzadas se encuentren esas relaciones más cerca estaremos del objetivo buscado por las partes en el proceso.
No estamos errados si decimos que un altísimo porcentaje de operaciones inmobiliarias de compra o venta de inmuebles, se realizan con una propiedad o con un capital que constituyen y casi con seguridad constituirán el único PATRIMONIO de ese individuo, a lo largo de su vida, si a esta circunstancia le agregamos que esa propiedad casi siempre es el legado familiar que se trasmite generacionalmente, o que esos ahorros son el producto de años de esfuerzo familiar entenderemos mejor nuestro planteo.
Si además nos preguntáramos como agentes inmobiliarios cuantos individuos de esta sociedad realizan durante su vida una operación inmobiliaria, llegaremos a la conclusión que son muy pocos, un porcentaje mínimo, entonces deberemos extremar el cuidado…
La formación profesional debería partir de esta premisa,” Voy a tomar bajo mi responsabilidad el PATRIMONIO de un individuo, que quizás sea la única vez en su vida que lo pone en manos de otra persona para que se lo cuide y se lo transforme” tomar real dimensión de esta circunstancia como operador inmobiliario llevara naturalmente a la formalidad que impone una autorización y un honorario, poner a su servicio mis conocimientos por el tiempo acordado, con la máxima responsabilidad es mi misión, desde ahí empezaremos a desarrollar la tarea encomendada.
La mirada inicial sobre el mercadi inmobiliario fué ver a la gente como un” Simple Cliente”, y a la operación solicitada como un “Negocio”, este error de apreciación que muchos practican, es lo que ha deformado la profesión, la ha desjerarquizado, la ha desprestigiado, la transformo en una selva donde todo vale; la formación profesional, la capacitación permanente, y fundamentalmente la predica y el aporte docente deberá virar esa percepción equivocada, orientando a los que abracen la profesión a afianzar el concepto de “intermediar relaciones humanas” por sobre la idea del negocio.
Las estadísticas son determinantes; la gente desconfía del agente inmobiliario, las malas prácticas inmobiliarias, como la atención despersonalizada, el desconocimiento del cliente, la sobrevaluación del inmueble, la no percepción de comisiones, la falta de autorización exclusiva para tomar una operación, las necesidades insatisfechas del cliente al final del proceso son parte del deterioro de nuestra actividad.
Nuestra propuesta es partir de otros paradigmas, si a esa afirmación con la que titulamos la nota, le respondemos con:
“ME COMPROMETO A QUE JUNTOS CUIDEMOS SU PATRIMONIO”; estaremos devolviéndole a la actividad la jerarquía, y el prestigio que perdió de la mano de la visión solo mercantilista de la profesión.
Fuente: Raúl Barr – Abogado
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